LAS DECENTES

Cartel Philips TV. Todo detalle, Madrid, hacia 1960. Colección Carlos Velasco (www.loscarteles.es).

El estado totalitario franquista, en su feroz lucha contra el liberalismo, intentó colonizar los espacios de individualidad de las personas. Se diseñó y trató de implantar un modelo de mujer doméstica al alcance de todas las clases sociales donde la maternidad fue concebida como un servicio a la patria: ser buenas y sacrificadas madres constituirá la misión principal de las mujeres decentes.

El adoctrinamiento recibido por las mujeres para la salvaguardia de su moralidad y la del país se vería reforzado por los mensajes publicitarios dirigidos a una incipiente sociedad de consumo que dejaba atrás «los años del hambre», por los manuales de los prolíficos moralistas de la época, por la prensa y la literatura femeninas, las películas y hasta la propia presión generada por el conjunto de la sociedad y la familia.

Mediante un proceso de identificación, las niñas debían jugar con muñecas, y así se subrayaba esa construcción de género tradicional de mujer cuidadora. Sin embargo, y a pesar de los mensajes moralistas, muchas prefirieron divertirse y aprender con otro tipo de juegos y juguetes considerados para varones, o tenían acceso a los cómics y libros de sus hermanos. De este modo lograban hacer de la vida un lugar más interesante que el inculcado a través de la educación no formal, generalmente ramplona y limitada para todos, pero todavía más  para las niñas.

A pesar del mensaje de «heterosexualidad obligatoria» presente en las revistas femeninas, canciones, películas o novelas rosa, una recepción emocional e imaginativa de estos productos permitió la oportunidad de pensar otras historias a través de esos mismos materiales. Esas niñas fueron la simiente de las nuevas mujeres protagonistas del futuro democrático.

Laura Noves (pseudónimo de Carlota O' Neill), Esposa y fugitiva, Barcelona, Ed. Molino, 1943 | Retrato de Carlota O'Neill realizado por Guillermo por la revista Siluetas, núm. 27, mayo de 1944. Archivo Carlota O' Neill.

Carlota O’Neill

Como tantas otras buenas escritoras de la época, Carlota O´Neill, viuda del capitán republicano Virgilio Leret y con dos hijas a su cargo, tuvo que ganarse la vida escribiendo en revistas femeninas y novelas rosa a destajo, bajo el seudónimo de Laura de Noves. «Hacía una novela cada mes, además de mis colaboraciones periodísticas. Las novelas eran malas. El mismo argumento con idénticas variantes, sacado de idénticos clichés. Una joven soltera que se enamora; unas veces las corresponden, otras no. Durante el correr de la máquina, sufre peripecias; una calumnia que cae sobre su reputación, y el hombre que la ama la repudia…, aunque todo se aclara al final y se casa, y la amiga envidiosa se fastidia.»

Carlota O’ Neill, Una mujer en la guerra de España, Madrid, Oberon, 2003, p. 326.

Elena Fortún, Celia en el mundo, Madrid, M. Aguilar editor, hacia 1942-1943.

Celia

Celia, un «nombre sin apellido», es el personaje infantil más importante de la literatura española, y el leído durante más tiempo, desde la Segunda República hasta la actualidad. En esta colección de «novelas de aprendizaje» escritas por Encarnación Aragoneses Urquijo, alias Elena Fortún, Celia representa un alter ego de la propia Fortún. A través de este personaje infantil la autora reflexiona sobre la subjetividad creadora de la mujer, la maternidad, la emancipación femenina, la importancia de la educación e incluso sobre el drama de la guerra civil.

Nuria Capdevila-Argüelles, Autoras inciertas.
Voces olvidadas de nuestro feminismo, Madrid, Editorial horas y HORAS, 2009.

Muñeca Mariquita Pérez. Colección particular de Cristina Petit.

Mariquita Pérez

Durante las décadas de los cuarenta y cincuenta del siglo XX la muñeca más deseada entre las niñas españolas fue Mariquita Pérez. Creada por Leonor Coello de Portugal, se fabricó entre 1939 y 1975. Elaborada artesanalmente, tenía un precio desorbitante para un país completamente desolado que atravesaba un periodo de penuria económica, pero representaba un estatus que marcaba una diferencia real o una aspiración de clase.

En 1954, Gloria Fuertes le dedicó unas estrofas en el poema «Es inútil»:

« [...] y qué me dices
de Mariquita Pérez
que la compran abrigos de seiscientas pesetas
habiendo tanta niña sin muñeca ni ropa  [...] »

Aunque muchas niñas experimentaron la frustración por no tener la muñeca, llegó en cierto modo a toda la población en forma de programas de radio, canciones, libros (Las aventuras de Mariquita Pérez por Juan Cuentista, pseudónimo de Torcuato Luca de Tena), o como espectáculo visual en los escaparates de la tienda de Madrid.

Gracias a una filosofía basada en el consumismo y la clase social de meticulosa semejanza con la realidad, la muñeca llegó a tener hasta 400 complementos diferentes. Muchos de ellos se fabricaron en conventos o prisiones de mujeres.

Carmen Laforet.

Nada

Con tan solo 23 años, Carmen Laforet (1921-2004) escribió en 1944 la novela Nada, galardonada en 1945 con la primera edición del premio Nadal. Tiene como personaje central a Andrea, una joven que llega a una Barcelona de posguerra gris y asfixiante a estudiar en la universidad. Laforet fue una moderna e independiente en el franquismo, una escritora que empezó con fuerza y poco a poco fue haciéndose más hermética.